...Y QUE MIS OJOS ESTÉN ALERTA PARA ENCONTRATE...

                       EVANGELIO DOMINGO 18 DE ABRIL 2021



     En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»






    Abrir los ojos para mirar, preparar la mirada para saber ver y reconocer.

Que sencillo es, hoy en día, que todo nos pase desapercibido que sencillo es, en este mundo de caos, entretenerse y no poner la mirada en lo realmente importante. Y así es como Él nos pasa desapercibido, como pasa a nuestro lado y no sabemos reconocerlo entre la multitud.

Hay que mantenerse con los ojos y el alma alerta para verle pasar, para permitir que deje huella en nuestra vida. Ojala pudiéramos encontrarnos a Jesús en medio del camino y que nos dijera “Mirad las huellas de mis manos y mis pies, soy yo” Pero no. Pasará sin hacer ruido para que sea nuestra fe la que lo reconozca y si no somos capaces de verlo, pasará de largo sin hacerse notar y nuestra vida seguirá su curso entre obligaciones y redes sociales. ¿Seguirá igual? Sí ¿Sentiremos igual? No ¿Viviremos con la misma intensidad? Desde luego que no.

Para los que se hacen la pregunta de si se puede vivir sin fe, la respuesta es rápida y clara: por supuesto que sí, pero no se vive igual. El cristiano tiene algo, tiene un carisma especial y ese carisma se lleva dentro y se ve en la mirada, porque el cristiano busca a Dios, busca a Jesús en el camino, en el prójimo. Procura esos encuentros y eso le hace estar conectado al que tiene al lado, no me refiero a una conexión como las de las redes sociales, me refiero a una conexión de las de verdad, de las de compartir un sentimiento, una creencia que te hace ser mejor persona.

No es posible que personas con fe y sin fe vivamos con la misma intensidad, no es posible vivir con la misma intensidad si ves a Cristo resucitado en el hermano porque eso te llena de vida, vida que rebosa y empapa lo que te rodea.

Así que, mantengámonos despiertos esperando a que Cristo resucitado aparezca a nuestro lado para decirnos: “vosotros sois testigos de esto”. Y seamos Cristo resucitado para los demás.

Con los ojos y el alma alerta para encontrarlo.


Cristina Ripollés, Juniors y Carmelo joven

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